lunes, 24 de marzo de 2014

Cómo deshacernos del famoso "qué dirán"...

Hoy, estaba repasando mentalmente esos miedos absurdos que suelen apoderarse de nuestras virtudes, terminando por convertirlas en defectos, o algo mucho peor, reduciéndolas a la nada. Y a medida que iba hilando un tema y otro, llegué hasta este punto, siempre el mismo miedo : "el que dirán".

Esto nos viene persiguiendo desde que abandonamos la cuna y parece ser que le tememos más que al propio "coco", o al "hombre del saco". No hemos terminado de entender el por qué de nuestra existencia. No aceptamos que estamos de paso en la tierra, caminando descalzos por un sendero de arena y espinas. Queremos mentalizarnos de la importancia que tiene hallar la perfección, pero, por extraño que parezca, cometemos el error de no buscarla como un bien personal, sino como una muestra de felicidad ante los demás.

Seguro que muchos estáis pensando que no es vuestro caso, pero yo apuesto a que la opinión de los demás siempre termina por afectarnos e incluso hundirnos. Si os digo que yo también he sido presa del miedo durante mucho tiempo, me creeréis, pero lo que quiero contaros es algo mucho más importante, y es que ya no lo soy. He logrado que me importe un pimiento lo que piensen todos sobre mi estilo de vida, mi manera de ser, mis errores o mis aciertos.  Por eso quiero aconsejaros que deis una patada a este tipo de obstáculos, porque es toda una liberación, una descarga de adrenalina que os dejará renovados para siempre.

He aprendido a divertirme siendo yo la única protagonista, y eso es lo único que me importa. No hay nada más triste que estar atado de pies y manos a una opinión ajena, a un pensamiento cuerdo o incoherente, a unos ojos envidiosos o a una balanza que ya está inclinada. Definitivamente no, no estoy aquí para eso. Hace tiempo que leí una frase del gran Paulo Coelho, que decía : La mejor manera de tener una vida miserable es tratar de saber lo que los demás piensan de ti.  Y entonces me di cuenta de lo lamentable y triste que puede llegar a ser el ser humano, cuando no es feliz, viviendo.

La libre elección está poco valorada, y solemos pisotearla, dando importancia a qué pensará el tercero, ese ojo que todo lo ve, esa boca que siempre se abre y en la que nunca entran moscas; y todo esto no hace más que frenar nuestra libertad para mostrarnos tal y como somos, para darnos el gustazo de alegrarnos, sentir o sufrir, en nuestras propias carnes, sacando esas espinitas que a todos nos pinchan y que a veces no están bien vistas ante las miradas cotillas. El ser humano ha de estar por encima de esas minucias, que carecen de toda importancia y de cualquier valor.

No hay nada más patético que pasarse la vida esperando ser juzgado, examinado o aprobado. Siento mucha pena cuando veo a alguien vivir condicionado por un juicio mediático, y me siento inmensamente rica por haberme quitado esa estúpida carga de encima.  No hay nada más vacío y hueco que buscar la aprobación del resto. " Vive y deja vivir", sin más...

No hay comentarios:

Publicar un comentario